I Am the Night: El misterio de la Dalia Negra en Movistar +

En la historia del True Crime hay tres picos que uno tiene que coronar. Tres casos no resueltos que son material obligado para los amantes del género, de la investigación criminal y de las teorías, de la conspiración o no. El primero nos lleva al barrio londinense de Whitechapel en 1888 con los crímenes de Jack El Destripador. Con el segundo nos paseamos por distintos lugares del norte de California entre diciembre de 1968 y octubre de 1969, con Zodiac enviando cartas. Y con el tercero, aterrizamos en 1947 en el distrito de Leimert Park en Los Angeles para encontrarnos con el brutal asesinato de Elizabeth Short, más conocida como La Dalia Negra. 

De Zodiac ya sabemos todo lo que hay que saber, o lo que se ha podido saber, gracias a Robert Graysmith, escritor y caricaturista del diario San Francisco Chronicle relacionado con el caso y autor del libro Zodiac: The Full Story of the Infamous Unsolved Zodiac Murders in California (1986), llevado al cine por David Fincher con Jake Gyllenhaal como Graysmith. De Jack el Destripador también sabemos mucho, aunque no la solución del caso, al menos si ignoramos la novela Portrait of a Killer: Jack the Ripper. Case Closed (Retrato de un asesino: Jack el Destripador. Caso cerrado) (2002), en el que la escritora norteamericana Patricia Cornwell afirma que el asesino fue el pintor impresionista Walter Richard Sickert.

De La Dalia Negra también hay mucho material, pero el mejor es la novela de James Ellroy que parte del asesinato real para crear una fascinante ficción. No se puede decir lo mismo de la película de 2006 dirigida por el gran Brian de Palma, con una actriz que siempre había estado fascinada por el caso, Mia Kirshner, interpretando a la Dalia Negra. En esa ocasión, el cineasta no acertó y uno hubiera deseado que saliera adelante el plan original: una adaptación de tres horas rodada por David Fincher en blanco y negro.

Elizabeth Short era una aspirante a actriz que se había mudado a Hollywood a mediados de la década de 1940 desde Medford, Massachusetts. Está claro que no tuvo suerte en el cine y se relacionó con las personas equivocadas, como le ocurrió a la ficticia Mary Ann Mathews en la excelente y reivindicable 8 MM (Asesinato en 8 mm) (1999). Elizabeth, vagabunda y buscavidas, fue de un lado a otro, de un antro a otro y de un hombre a otro hasta que desapareció a principios de enero de 1947. El 15 de enero su cadáver fue encontrado horriblemente mutilado en un terreno del centro-sur de Los Ángeles. 

La película de moda ese año era The Blue Dahlia (La Dalia azul), la historia de un marido acusado del asesinato de su esposa y de un club nocturno llamado Blue Dahlia. Fue el primer guion en solitario que Raymond Chandler entregaba en Hollywood y hay anécdotas legendarias de cómo se escribió. A Chandler no le gustó la película ni le gustaba la protagonista, Veronica Lake, de la que dijo: «Las únicas veces que es buena es cuando mantiene la boca cerrada y parece misteriosa. Cuando trata de comportarse como si tuviera un cerebro, todo se derrumba».

Elizabeth Short solía pasarse por un bar de Long Beach cerca de un cine donde se proyectaba la película y cuenta la leyenda que fue un camarero el que le puso el apodo de «La Dalia Negra» porque se equivocó y cambió el azul por el negro o porque efectivamente Elizabeth era un bellezón de cabello muy oscuro.

Como en los casos de Jack el Destripador y Zodiac, en este también se barajaron muchos sospechosos, uno de ellos el doctor George Hodel, que es precisamente uno de los protagonistas de la truculenta y aditiva serie de seis episodios I Am the Night.

La historia, ambientada en 1965 con algunos flashbacks a 1945, tiene como protagonista a Fauna Hodel (India Eisley), la joven cuya vida se derrumba cuando un buen día descubre que la que creía su madre no es su madre y su abuelo en realidad es el siniestro y millonario doctor George Hodel. Fauna contó su rocambolesca historia y la serie se inspira en esas memorias donde la chica viaja de Nevada a Los Angeles en busca de sus orígenes y descubre que su verdadera familia es siniestra, oscura y peligrosa. 

Su madre real, Tamar Hodel, está desaparecida y nadie habla de ella porque en el pasado acusó a su padre, y abuelo de Fauna, de ser el asesino de la Dalia Negra. Un periodista inquieto y algo perturbado llamado Jay Singletary (Chris Pine) creyó esas acusaciones en su momento y las sigue creyendo, así que investiga y termina ayudando a la joven en sus pesquisas. Y también está la elegante y misteriosa Corinna Huntington, ex mujer de George y por consiguiente abuelastra de Fauna. Este personaje está basado en Dorothy Harvey, la verdadera segunda esposa de George y ex esposa del director de cine John Huston y lo interpreta la actriz danesa Connie Nielsen. Desde que la vimos en The Devil’s Advocate (Pactar con el diablo) (1997) es imposible no seguir la pista a esta mujer que confiesa tener un sentido del humor algo retorcido y que le atrae más el caos que el orden. Connie fue Lucilla en Gladiator (2000), acosada por Robin Williams en la inquietante One Hour Photo (Retratos de una obsesión) (2002) y la reina Hipólita en Wonder Woman y derivados. En I Am the Night está como tiene que estar: misteriosa, peligrosa y fascinante. Como una femme fatale sacada directamente de una novela de Raymond Chandler o Ross Macdonald. (Sin nada que ver, Macdonald define en la novela The Doomsters a una dama de una manera que muy bien podría servir para Corinna: “Era una mujer corpulenta, muy alta e imponente y llevaba visón. Los ojos le brillaban como los de un gato y su voz zumbaba”). 

Patty Jenkins y su marido, Sam Sheridan, son creadores y productores de la serie, de ahí la presencia de Chris Pine y Connie Nielsen, ambos en las películas de Jenkins sobre Wonder Woman.

I Am the Night es puro cine negro, es, ya hemos dicho, Chandler y Macdonald, pero también James Ellroy, y le debe a Chinatown (1974) lo mismo que Penny Dreadful: City of Angels. Es decir, todo.

George Hodel es un personaje horrible y Jefferson Mays lo interpreta tan contenido como solo puede hacerlo alguien que quiere dar miedo de verdad. Es como Hannibal Lecter: modales exquisitos, refinado y elegante, enamorado del arte y aficionado a trocear cuerpos de jovencitas en el sótano/clínica/sala de torturas que tiene en su impresionante mansión. O eso dicen.

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