Miguel, un mecánico, casado y con un hijo, se queda sin trabajo y su situación llega a hacerse tan angustiosa, que acaba aceptando la plaza de vigilante nocturno en uno de los «tinglados» del puerto. En él se almacenan mercancias muy valiosas y Miguel cae en la red de unos delincuentes, haciendose cómplice de un robo. La muerte trágica del hijo y su paso por la carcel, le harán volver a la realidad de que siempre «hay un camino a la derecha».
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