Lucía cae en la bañera en un absurdo accidente que la deja ciega, mientras Toni, su marido, se está acostando, su hija Alba habla por teléfono con alguna amiga y Sergio, el pequeño, se atiborra de pizza ante su ordenador.
Paar ella, el diagnóstico del médico representa el fin porque ya no podrá pintar, ver el mar o cómo crecen sus hijos. Ya no podrá huir de una vida que no le gustaba.
La familia decide que la idea de empezar de nuevo significa proteger a Lucía. Ayudar a un ciego es protegerle, alejarle de problemas, de peligros, de pensar demasiado en desgracias inevitables… La familia no cae en la cuenta que Lucía quiere salir a la calle, pensar y soñar en empezar de nuevo.
Pero el camino que ha iniciado Lucía es otro y al fin se da cuenta. Su lucha no depende de quien tiene al lado, su lucha es estar bien consigo misma. Aceptarse tal como es. Y a partir de aquí comenzará su vida.
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