Memento Mori: un placer que suma todos los thrillers sobre serial killers 

Seis episodios para contarnos la historia de un asesino en serie que actúa en las calles de una Valladolid lluviosa y sombría. Esta es la esencia de Memento Mori, la serie de Prime Video basada en la novela de César Pérez Gellida, escritor que nació en Valladolid en 1974, y es la primera entrega de la trilogía Versos, Canciones y Trocitos de Carne.

El serial killer de Memento Mori nos lleva directamente a la primera gran referencia. Y es que el asesino de esta truculenta historia es una versión corregida de Patrick Bateman, el protagonista de la novela American Psycho de Bret Easton Ellis y de la posterior película de Mary Harron del año 2000. Yon González interpreta a Augusto como Christian Bale a Bateman: frío como el acero mientras hace ejercicios en ropa interior y se viste con las mejores marcas. Son seductores y depredadores de sangre fría a los que nada perturba. Bien por Yon González, porque da realmente miedo mientras se mira en el espejo con furia y ve su imagen reflejada.

La caza de este asesino es encomendada al inspector Ramiro Sancho, interpretado con una energía contagiosa por el prometedor Francisco Ortiz. Ese juego del gato y el ratón entre Augusto y Sancho nos recuerda a ese otro juego entre la detective Stella Gibson (Gillian Anderson) y el asesino en serie que parece un modelo de Armani, como Bateman y Augusto, Paul Spector (Jamie Dornan), protagonistas de la posiblemente mejor serie de televisión de ficción que se ha hecho nunca sobre la caza de un asesino en serie, en ese caso en Belfast: The Fall (2013-2016), tres temporadas que son una gozada para los amantes del género.

Desde que se estrenó Seven (1995), no se puede hacer nada sobre el tema sin contar con ella. En este caso, Memento Mori corre en paralelo con la obra maestra de David Fincher con esa lluvia que no cesa, esa ciudad oscura y siempre mojada, con recovecos por donde se cuela el mal. Mucho tiene que decir al respecto el personaje de la psicolingüista que interpreta Manuela Vellés.

Juan Echanove y Francisco Ortiz, preparados para La Caza

Juan Echanove da vida a un experto en asesinos en serie que entra en la investigación para ayudar a la desconcertada policía. Y aquí nos vamos a la magnífica Copycat (1995). En esa película Sigourney Weaver interpreta a la doctora Helen Hudson, que se define a sí misma como “la jodida musa de los asesinos en serie”. Armando Lopategui, el personaje de Echanove, bien podría decir lo mismo.

Al sofisticado asesino de Memento Mori le gusta el juego y por eso deja mensajes que si buscas bien los encuentras en la garganta de sus víctimas. Como Jame Gumb “Buffalo Bill” (Ted Levine), el infame serial killer de El silencio de los corderos (1991).

A Augusto le llaman en los medios de comunicación “El asesino poeta”, que es el título que tuvo en España Lured (1947), un thriller de bajo presupuesto dirigido por Douglas Sirk y con la mismísima Lucille Ball en el papel de una bailarina reclutada por la policía para atrapar a un asesino en serie en Londres que anuncia sus crímenes enviando un poema. 

En una escena de Memento Morti, el asesino, tras una noche de pasión, está a punto de coger las tijeras que hay debajo de la cama para clavárselas a la chica que tiene al lado. Un homenaje a una de las escenas más famosas de Instinto Básico (1992).

Y nuestro asesino, como no podía ser de otra manera, ha tenido una infancia infernal con una madre horrible que le maltrataba física y psicológicamente. Como Francis Dolarhyde (Ralph Fiennes) en El Dragón Rojo (2002), la novela de Thomas Harris y luego película de Brett Ratner.

Disfruten con este festival muy bien organizado que es Memento Mori y no se olviden de la frase clave de El silencio de los corderos: “Codiciamos lo que vemos todos los días”. O como dice Daryll Lee Cullum (Hary Connick Jr.) en Copycat: “Feliz caza, compañero”.

To top